Mi afición por la técnica en general y la mecánica en particular me llevó a emprender la construcción de pequeños «inventos» cuando era adolescente. Poco después me percaté de la conveniencia de profesionalizar un poco el asunto si no quería causar víctimas… Por ello decidí estudiar Ingeniería Industrial con especialización en Mecánica.
Al terminar la carrera estuve en contrato de prácticas en una pequeña empresa de ingeniería propiedad de uno de mis profesores de la universidad. En 1998 entré como ingeniero de I+D en una de las mayores empresas de encofrados a nivel nacional. Cuatro años después, cuando se jubiló el Director Técnico, pasé a dirigir los Departamentos de I+D, Cálculo Estructural y Proyectos de Obra. Entre 2003 y 2005 amplié mi formación cursando un Máster en Ingeniería Mecánica y Equipamiento Industrial.
En esa empresa encontré un fantástico grupo de profesionales, con algunos de los cuales mantengo aún una muy buena amistad. De entre éstos destacaba mi socio, Santiago, por su capacidad profesional, su creatividad y por la facilidad con la que podíamos colaborar en las complicadas fases de creación de producto.
Para esta empresa diseñamos productos de todo tipo, desde piezas muy económicas fabricadas en series anuales que superaban el millón de unidades, a encofrados únicos, a medida, que pesaban decenas de toneladas y avanzaban sobre carriles con propulsión hidráulica. También participamos en la industrialización de esas grandes series, lo que nos aportó experiencia en automatización industrial. Por otro lado, nos tocó formar parte de Comités Técnicos de Normalización de nuestro producto y dar charlas divulgativas relacionadas con la seguridad en los encofrados y andamios, uno de los puntos fuertes de la empresa para la que trabajábamos.
Tras una recta siempre viene una curva, y tras una subida vino una bajada, especialmente en el sector de la construcción. La suerte (más que la inspiración, en este caso) nos sorprendió trabajando, y tras un par de encargos casuales relacionados con la aplicación de la ingeniería en viviendas de alta gama, optamos por convertir esa suerte en profesión. Así nació Birkigt.
Aún no hemos abandonado los encofrados, seguimos colaborando estrechamente con la empresa en la trabajábamos y tampoco hemos abandonado las ganas de aprender, innovar, mejorar y seguir creciendo.
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